Protegido con un chaleco antibalas y vestido como sacerdote, el genocida Christian Federico Von Wernich ingresó, pasadas las 11 de la mañana de ayer, a la sala de audiencias, donde el Tribunal Federal N°1 (integrado por Carlos Rozanski, Horacio Isaurralde y Norberto Lorenzo) desarrollará el juicio en su contra. Acompañado por su abogado Juan Martín Cerolini, recordado, entre otras cosas, por su actuación en la causa de los Horneros y el homicidio de José Luis Cabezas, se dirigió al lugar previsto para el acusado, que estaba protegido por un vidrio blindex. Desde allí escuchó durante casi una hora y media la lectura de la elevación a juicio con el detalle de los delitos que se le imputan y las pruebas y testimonios que los avalan.
En dicho documento el fiscal Carlos Dulau Dumm, señaló que Von Wernich tuvo una "conspicua intervención en el denominado 'Circuito Camps' de centros clandestinos de detención, torturas y eliminación de personas desplegado desde las estructuras estatales durante la época de la dictadura militar", y que el mismo "concurría asiduamente a algunos de los centros clandestinos del circuito, accedía a las zonas en las que se encontraban ilegalmente privadas de su libertad las víctimas, mantenía contacto directo con ellas e imponía tormentos principalmente psicológicos y morales a los prisioneros".
Asimismo, para la fiscalía el ex capellán "desplegó una actividad física voluntaria y consciente, dirigida a procurar quebrar la voluntad de las víctimas, obtener información, procurar el silencio de las víctimas y sus familiares, desalentarlos de que buscaran ayuda, y con ello asegurar los fines perseguidos por la dictadura".
Una vez ubicado en su lugar para brindar declaración, el ex capellán respondió las preguntas de rigor sobre su situación personal. Declaró que su profesión es la de "sacerdote de la Iglesia Católica, Apóstolica y Romana, en la diócesis de Nueve de Julio" y que hasta que fue detenido, hace cuatro años, su sostén económico "era el aporte que me hace la Iglesia como sacerdote". Dijo además que desde hace cuatro años contaba con una jubliación del Anses de "250 pesos por trabajos que hice como profesor" y que vivió en Chile seis años antes de regresar a Argentina donde fue detenido, en septiembre de 2003.
El silencio de los culpables
Luego, Von Wernich decidió no declarar ante el tribunal que lo juzga. "Por consejo de mi abogado no voy a declarar y no voy a aceptar preguntas", sostuvo ante el tribunal, luego de la lectura de los cargos y pruebas en su contra. Ante esto volvió al lugar en el que estaba anteriormente cerca del cual se encontraba, entre otros invitados por la defensa del ex capellán de la Policía bonaerense Christian Von Wernich, Cecilia Pando, esposa del destituido mayor Rafael Mercado y conocida por su defensa en favor de los militares acusados por violaciones a los derechos humanos.
Tras la lectura de la requisitoria y la negativa de Von Wernich a declarar, el Tribunal dio lectura a la prueba incorporada a la causa que incluyó la declaración del ex capellán ante el juez Federal de Primera Instancia, Arnaldo Corazza.
Esta primera audiencia del juicio finalizó poco después de las 15:35 hs. El martes de la próxima semana se reanudará el juicio, dando comienzo a las declaraciones de los 123 testigos que están citados. Los abogados defensores de Von Wernich adelantaron que el acusado no se encontrará en la sala. Tal como ocurrió en el juicio en el que se condenó a Etchecolatz, Von Wernich sólo asistirá a las audiencias en las que lo obliga la ley.
La impunidad tiene cura
Desde muy temprano integrantes de distintas organizaciones de derechos humanos, sociales, políticas, estudiantiles y sindicales, se concentraron en la puerta de los Tribunales Federales de calle 8 esquina 50, donde habían convocado a un acto bajo la consigna "La impunidad tiene cura". Durante el transcurso de esta primera parte del juicio, el reclamo se oyó con claridad en el interior de la sala de audiencias.
Todo el lugar estuvo custodiado por un inusual despliegue de efectivos, vallado, detectores de metales y cámaras de monitoreo. Durante el ingreso a la sala, se realizó un doble control sobre quienes accedían a la audiencia, resaltando que sólo podrían ingresar quienes se encontraran previamente acreditados. El lugar contaba con capacidad para alrededor de 120 personas, por los cual muchos de los que quisieron presenciar este juicio oral y público, se vieron imposibilitados de hacerlo.
sábado, 7 de julio de 2007
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