Antes de comenzar a inmiscuirme en algunos de los puntos abordados por usted y otros que se me vienen tocar, valga una precisa aclaración: más allá de pertenecer a la “fuerza política estudiantil” Colectivo de Trabajo-CAUCE (Corriente de Agrupaciones Universitarias Contra la Explotación), las palabras aquí vertidas son de mi entera responsabilidad, no es de ningún modo alguno una posición del espacio, si bien –seguramente- mis compañer@s coincidirían en la mayoría de lo que aquí expuesto por mi.
En primera instancia, saludo que desde uno “de los actores que habitan los espacios institucionales” haya una profunda preocupación “por el complejo panorama que se vive en los últimos tiempos” en la Universidad. La cuestión de las extensiones, en su más extenso tratamiento, es parte integrante de ese panorama.
Ahora bien, invito a usted a continuar profundizando su participación “como miembro activo y comprometido con la realidad universitaria” (me tomé el atrevimiento de cambiarle el número a sus primeras líneas de “Lo aceptamos y nos rendimos”). Entiendo que hay otras problemáticas que también merecerían su dedicación. I
ntuyó que no hace falta describirlas, ya que usted, desde su posición (hombre de años en la UNLP, integrante de espacios políticos en dos unidades académicas, “representante” docente en el Honorable Consejo Académico de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, etc.) las debe conocer y muy bien. Sin embargo, me permitiré un laxo y menudo punteo: actual conflicto de los trabajadores “no docentes” (las comillas son por una apatía a la denominación que recibe ese claustro), vaciamiento político (que es un fenómeno que excede a la Universidad) , falta generalizada de concursos docentes (Periodismo es un gran paradigma en el caso, más allá que, intuyo, usted y yo no compartimos la versión oficial –que no hay reforma del plan de estudios- del por qué no los hay), reforma de la legislación bajo la cual se enmarca la educación superior, insuficiente y mala distribución del presupuesto universitario (le sumo la falta de democratización en la discusión de su distribución, fenómeno que no sólo se da en el ámbito de la UNLP sino también en cada una de las facultades), la formación y perfil del egresado, las administraciones corruptas, la noción y rol de la “extensión” universitaria (“extensión”, otro término a revisar) e investigación, la falta/ineficacia de políticas institucionales para contener a los estudiantes en la Universidad, los títulos intermedios o Tecnicaturas que degradan los títulos de grado y la educación superior, la crisis institucional desatada desde los diferentes procesos de democratización, entre algunos de los ejes fundamentales que se me vienen en este momento.
Supongo que tanto a usted como a mí, nos debe preocupar que los únicos de estos puntos abordados con fervorosidad por el cuerpo docente (o más bien por lo que nosotros damos en llamar “camarilla docente”, es decir, aquella capa burocrática que, amparándose en un poder divino de representación, toma las directivas) de nuestra Facultad en los últimos dos años hayan sido sólo tres: fracaso de la reforma del Plan de Estudios (poniendo más énfasis incluso que sobre la propia reforma y su “proceso”), toma del edificio por parte de la conducción del Centro de Estudiantes ante la elección de decano (discusión que no contuvo proyecto de gestión, necesidades y perspectivas de la Facultad, etc.) y reforma del estatuto del Centro (en el sólo punto de las extensiones, sin abordar el complejo entramado de las diferentes problemáticas con las que conviven docentes y estudiantes en ellas, y no haciendo una sola mención al otro punto fuerte de la reforma: la abolición de las figuras jerárquicas).
La verdad me preocupa y mucho. O estamos ante un cuerpo/camarilla docente con una propuesta de discusión político-acadé mica decadente o convivimos ante una sistemática disputa contra un sector organizado estudiantil (lo cual es términos políticos, no está mal). Sin embargo, una u otra son igualmente tristes, desde donde se lo visualice.
¿Por qué no se hace mención a algunos de los ejes que detallé anteriormente? ¿? Aquí es donde me permito resignificar su tesis central (la aceptación y rendición). ¿Será acaso que el plantel docente ha aceptado y se ha rendido a protagonizar luchas contra esta institución que construye un conocimiento predilecto y funcional al proyecto hegemónico de la sociedad actual, que refuerza el sistema productivo capitalista, que maximiza la acumulación de capital y legitima ideológicamente un sistema y ese funcionamiento? ¿Ha aceptado y se ha rendido en luchar, junto a otros sectores, por un sueldo digno, porque tod@s los que realizan tareas de docentes sean remunerados por ello? ¿Será acaso que son actores de una generación exterminada política, e incluso, físicamente; y que -al igual que en tiempos de Onganía y Videla-, se muestran inertes ante la inexistencia de concursos docentes que refuerzan día a día el pensamiento único, la inmovilidad de una planta docente afín a los intereses de los grupos de poder?
¿Será que se lo han aceptado, se han rendido, y por ello creen que el único triunfo político que pueden obtener es disputarle a una organización estudiantil compuesta por una veintena de veinteañeros? La derrota, por lo visto, fue muy dura. Una lastima. Una pena. Una vergüenza.
Me sigue sorprendiendo el tan bajo poder analítico que tienen much@s de los docentes que son parte de la gestión, usted incluido.
Repasemos: usted considera, muy elegantemente –debo admitirlo- que no sabemos hacer política. En esta misma línea de acción, se inscriben aquell@s que consideran que nuestras herramientas de construcción no son otras que la ruptura de espacios institucionales, en base a clausurar discusiones, en tirar sillas, en mentir a nuestr@s propi@s compoñer@s, en base a “hacernos la víctima”, en sólo criticar y no proponer. Esto no es tan preocupante o nos quita el sueño, después de todo.
Lo que si preocupa de esas posiciones miserables, de tan bajo poder analítico –insisto- es que se está subestimando a l@s estudiantes de esta Facultad. Están subestimando al 40% de ell@s que nos eligen no sólo en una urna, sino que nos acompañan en muchas de las actividades que proponemos y emprendemos, de es@s compañer@s que protagonizaron dos asambleas de más de 400 asistentes, de l@s que llenan las comisiones de trabajo, de l@s que se ponen de pie ante cada atropello a la educación, de los que salen a la calle por justicia, dignidad y trabajo, de los que siguen exigiendo al gobierno la aparición con vida de López. A ellos, sobre todo, los subestiman, sepan, no a nosotros.
Pero estamos agradecidos de esos análisis mezquinos y la forma que actúan en base a ellos. Después de todo tan mal no nos fue en este tiempo, mientras ustedes nos catalogaban de todo eso sin saber cómo actuar para detener este proceso que se está dando desde hace algunos años. Eso nos permitió barrer con el PJ estudiantil en Periodismo, con el radicalismo en Arquitectura y el mismo camino estamos emprendiendo en Derecho. Eso nos permitió posicionarnos como un actor vital en la vida institucional de la Facultad, la Universidad y la FULP. Estamos plenamente agradecidos, sépanlo.
Otra observación que me permito hacerle, una nueva manifestación de preocupación. Usted permanentemente se refiere a nuestro claustro como “alumnos”. Me apresuro en acusarla como una consideración nada inocente.
Con alumno (sin-luz) usted niega que todo conocimiento es una producción social e histórica, que todo saber es la expresión práctica (y la reflexión sobre la misma) de diferentes colectivos sociales. Intelecto general le llamaría Marx. Usted nos niega a los estudiantes como sujetos de conocimiento, como productores de saberes, más allá del rol que hoy nos quiere asignar la institución educativa en la cual nos encontramos, el Estado y el Capital.
En fin. Podría hacer alguna que otra referencia a cuestiones referidas puntualmente por usted en su escrito. Intuyo que sería una discusión en vano. ¿Vale discutir con usted el por qué nuestro de la reforma? Usted dice que no quiere profundizar en las razones de la falta de apoyo electoral a las agrupaciones que no son la Walsh, ¿discutiremos los por qué? Son por demás evidentes. ¿Normales/anormales? ¿Había quórum? ¿Militantes de otras facultades? ¿Rendición?
Ahora si, concluyo. Seguramente este intento de respuesta podría haber tenido más altura política y académica. Soy un alumno, sepa entender.
Con el mayor de los respetos,
En primera instancia, saludo que desde uno “de los actores que habitan los espacios institucionales” haya una profunda preocupación “por el complejo panorama que se vive en los últimos tiempos” en la Universidad. La cuestión de las extensiones, en su más extenso tratamiento, es parte integrante de ese panorama.
Ahora bien, invito a usted a continuar profundizando su participación “como miembro activo y comprometido con la realidad universitaria” (me tomé el atrevimiento de cambiarle el número a sus primeras líneas de “Lo aceptamos y nos rendimos”). Entiendo que hay otras problemáticas que también merecerían su dedicación. I
ntuyó que no hace falta describirlas, ya que usted, desde su posición (hombre de años en la UNLP, integrante de espacios políticos en dos unidades académicas, “representante” docente en el Honorable Consejo Académico de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, etc.) las debe conocer y muy bien. Sin embargo, me permitiré un laxo y menudo punteo: actual conflicto de los trabajadores “no docentes” (las comillas son por una apatía a la denominación que recibe ese claustro), vaciamiento político (que es un fenómeno que excede a la Universidad) , falta generalizada de concursos docentes (Periodismo es un gran paradigma en el caso, más allá que, intuyo, usted y yo no compartimos la versión oficial –que no hay reforma del plan de estudios- del por qué no los hay), reforma de la legislación bajo la cual se enmarca la educación superior, insuficiente y mala distribución del presupuesto universitario (le sumo la falta de democratización en la discusión de su distribución, fenómeno que no sólo se da en el ámbito de la UNLP sino también en cada una de las facultades), la formación y perfil del egresado, las administraciones corruptas, la noción y rol de la “extensión” universitaria (“extensión”, otro término a revisar) e investigación, la falta/ineficacia de políticas institucionales para contener a los estudiantes en la Universidad, los títulos intermedios o Tecnicaturas que degradan los títulos de grado y la educación superior, la crisis institucional desatada desde los diferentes procesos de democratización, entre algunos de los ejes fundamentales que se me vienen en este momento.
Supongo que tanto a usted como a mí, nos debe preocupar que los únicos de estos puntos abordados con fervorosidad por el cuerpo docente (o más bien por lo que nosotros damos en llamar “camarilla docente”, es decir, aquella capa burocrática que, amparándose en un poder divino de representación, toma las directivas) de nuestra Facultad en los últimos dos años hayan sido sólo tres: fracaso de la reforma del Plan de Estudios (poniendo más énfasis incluso que sobre la propia reforma y su “proceso”), toma del edificio por parte de la conducción del Centro de Estudiantes ante la elección de decano (discusión que no contuvo proyecto de gestión, necesidades y perspectivas de la Facultad, etc.) y reforma del estatuto del Centro (en el sólo punto de las extensiones, sin abordar el complejo entramado de las diferentes problemáticas con las que conviven docentes y estudiantes en ellas, y no haciendo una sola mención al otro punto fuerte de la reforma: la abolición de las figuras jerárquicas).
La verdad me preocupa y mucho. O estamos ante un cuerpo/camarilla docente con una propuesta de discusión político-acadé mica decadente o convivimos ante una sistemática disputa contra un sector organizado estudiantil (lo cual es términos políticos, no está mal). Sin embargo, una u otra son igualmente tristes, desde donde se lo visualice.
¿Por qué no se hace mención a algunos de los ejes que detallé anteriormente? ¿? Aquí es donde me permito resignificar su tesis central (la aceptación y rendición). ¿Será acaso que el plantel docente ha aceptado y se ha rendido a protagonizar luchas contra esta institución que construye un conocimiento predilecto y funcional al proyecto hegemónico de la sociedad actual, que refuerza el sistema productivo capitalista, que maximiza la acumulación de capital y legitima ideológicamente un sistema y ese funcionamiento? ¿Ha aceptado y se ha rendido en luchar, junto a otros sectores, por un sueldo digno, porque tod@s los que realizan tareas de docentes sean remunerados por ello? ¿Será acaso que son actores de una generación exterminada política, e incluso, físicamente; y que -al igual que en tiempos de Onganía y Videla-, se muestran inertes ante la inexistencia de concursos docentes que refuerzan día a día el pensamiento único, la inmovilidad de una planta docente afín a los intereses de los grupos de poder?
¿Será que se lo han aceptado, se han rendido, y por ello creen que el único triunfo político que pueden obtener es disputarle a una organización estudiantil compuesta por una veintena de veinteañeros? La derrota, por lo visto, fue muy dura. Una lastima. Una pena. Una vergüenza.
Me sigue sorprendiendo el tan bajo poder analítico que tienen much@s de los docentes que son parte de la gestión, usted incluido.
Repasemos: usted considera, muy elegantemente –debo admitirlo- que no sabemos hacer política. En esta misma línea de acción, se inscriben aquell@s que consideran que nuestras herramientas de construcción no son otras que la ruptura de espacios institucionales, en base a clausurar discusiones, en tirar sillas, en mentir a nuestr@s propi@s compoñer@s, en base a “hacernos la víctima”, en sólo criticar y no proponer. Esto no es tan preocupante o nos quita el sueño, después de todo.
Lo que si preocupa de esas posiciones miserables, de tan bajo poder analítico –insisto- es que se está subestimando a l@s estudiantes de esta Facultad. Están subestimando al 40% de ell@s que nos eligen no sólo en una urna, sino que nos acompañan en muchas de las actividades que proponemos y emprendemos, de es@s compañer@s que protagonizaron dos asambleas de más de 400 asistentes, de l@s que llenan las comisiones de trabajo, de l@s que se ponen de pie ante cada atropello a la educación, de los que salen a la calle por justicia, dignidad y trabajo, de los que siguen exigiendo al gobierno la aparición con vida de López. A ellos, sobre todo, los subestiman, sepan, no a nosotros.
Pero estamos agradecidos de esos análisis mezquinos y la forma que actúan en base a ellos. Después de todo tan mal no nos fue en este tiempo, mientras ustedes nos catalogaban de todo eso sin saber cómo actuar para detener este proceso que se está dando desde hace algunos años. Eso nos permitió barrer con el PJ estudiantil en Periodismo, con el radicalismo en Arquitectura y el mismo camino estamos emprendiendo en Derecho. Eso nos permitió posicionarnos como un actor vital en la vida institucional de la Facultad, la Universidad y la FULP. Estamos plenamente agradecidos, sépanlo.
Otra observación que me permito hacerle, una nueva manifestación de preocupación. Usted permanentemente se refiere a nuestro claustro como “alumnos”. Me apresuro en acusarla como una consideración nada inocente.
Con alumno (sin-luz) usted niega que todo conocimiento es una producción social e histórica, que todo saber es la expresión práctica (y la reflexión sobre la misma) de diferentes colectivos sociales. Intelecto general le llamaría Marx. Usted nos niega a los estudiantes como sujetos de conocimiento, como productores de saberes, más allá del rol que hoy nos quiere asignar la institución educativa en la cual nos encontramos, el Estado y el Capital.
En fin. Podría hacer alguna que otra referencia a cuestiones referidas puntualmente por usted en su escrito. Intuyo que sería una discusión en vano. ¿Vale discutir con usted el por qué nuestro de la reforma? Usted dice que no quiere profundizar en las razones de la falta de apoyo electoral a las agrupaciones que no son la Walsh, ¿discutiremos los por qué? Son por demás evidentes. ¿Normales/anormales? ¿Había quórum? ¿Militantes de otras facultades? ¿Rendición?
Ahora si, concluyo. Seguramente este intento de respuesta podría haber tenido más altura política y académica. Soy un alumno, sepa entender.
Con el mayor de los respetos,
Facundo Suarez
Leg. 15.269/1
1 comentario:
Mi comentario. Podemos revisar las diferentes formas que nos planteamos para tomar desisiones, y aún, las desiciones que se toman, pero también podemos revisar cómo se genera la representación, sus condiciones materiales y simbólicas, en este caso, la estudiantil.
En los últimos cinco años (y me debo quedar corto), salvo el anterior, el centro de estudiantes de periodismo estubo presidido por una agrupación que no tenía legitimidad por cuanto los estudiantes que cursan sus estudios en la ciudad de La Plata eligieron a otras agrupaciones. Entonces, creo que reformar el estatuto no nos habla de la no democracia, de la perdida de derechos de otros estudiantes sino que nos dice que en la ciudad de La Plata, los estudiantes quieren tener el Centro que eligen y no estar representados por una agrupación que solo tiene representación hegemónica en otros puntos del país.
Discutir reformas desde una postura de la democracia por la democracia misma, como el grito "le robaron el derecho al voto", es discutir borrando la historia, las luchas de poder, las distintas formas de construcción políticas. Es dicutir sin discutir sobre aquel que dice qué está bien o qué está mal.
Además, la democracia, para mi y para muchos, es la posibilidad de disentir. No tenemos que estar de acuerdo siempre para construir políticamente. Y en este caso, la disidencia está a la vista, y bienvenida sea.
Pero hay que hacerse cargo. No se trata de no saber hacer politica, sino de hacer política de otra forma, y acaso, de hacer política en medio de una estructura construida hace muchos años.
Para terminar mi comentario, pueden estar en desacuerdo en la reforma del estatuto, pero no pueden decirnos ahora que gran parte de los estudiantes no sabemos hacer política, porque hacer política, es la posibilidad de transformar, y acá, se transformo un modo de construir. Y en las elecciones quedó demostrado.
Publicar un comentario